eduardo ranea
ARGENTINA
Mi humildad impedía expresar mis
sentimientos.
La pobreza es selva donde se extravía el amor
de inalcanzable
estrella, para mis pocos años,
que sólo
conocían necesidad y dolor.
Y para mí fue
estrella surcando el negro cielo
de juvenil
tristeza por mi existencia oscura
que ve encender
el cosmos con fuegos estelares
al recibir
afectos, sonrisas y ternura.
Su angelical
mirada, su rostro tan amado,
su voz dulce y
querida iluminaban mi alma
al pronunciar
mi nombre en tono delicado.
Yo la amaba en
silencio cual se ama a una diosa
en esa unción
sublime que le da la devoción
por algo tan
excelso, tan puro y exquisito
que ya con sólo
amarla se alegra el corazón.
Y esa fue la
estrella que me alegró la vida
cuando niñez se
aleja y juventud abre paso,
en confusión
terrible, a nuevos sentimientos
que marcarán al hombre hasta el final ocaso.
Lo que llaman
destino bifurcó nuestras sendas
y dos almas
tomaron diferentes caminos
tal vez
llorando ambas por una misma idea
de la duda de amor, para el corazón. dañino.
¿Qué hubiese
pasado si mi amor le hubiera dicho:
te amo con locura y sin tu amor me muero,
y al
responderme ella con voz tan dulce y tierna
me hubiese
dicho sólo: yo a ti también te quiero?
Nada podía
ofrecerle y mi razón sabía
que sería
egoísta el hacerla sufrir.
¡Por eso sufrí
solo al verla yo partir!
EDUARDO RANEA, poeta,
dramaturgo y artista plástico argentino, residente en Tortuguitas, Buenos
Aires. Durante su extensa trayectoria, ha dado a conocer su obra en más de cincuenta
antologías, además de sus libros individuales: Mi legado y otros poemas,(1979);
Los desubicados, (novela, 1980); Historia de San Vicente, (historia, 1983);
Introspección, (poemas, 1994); El pueblo de las luces, (novela, 1994) y Soledad
Florecida, (sonetos, 1995)
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