iris arbona torres
Pintura: Iris Arbona Torres
RETO
Tres amigas, compañeras de clase, decidieron irse a San Juan a comprar helados. Había que aprovechar que el papá de Lola le había prestado el carro. El profesor había terminado la clase temprano y la noche era joven como ellas. La risería y la alegría permeaban el ambiente. No había que dudar de que el hecho de que el carro era nuevo las hacía sentir con aires de juega. El semáforo las detuvo. En esa avenida de una sola dirección del tránsito, había espacio para cuatro carriles. A su lado se pareó un auto lleno de varones. Isabel le guiñó a uno de ellos y le dijo a Lola, písale cuando arranques. Lola arrancó con tanta fuerza que el auto le cogió la quinta casi instantáneamente. Los jóvenes las alcanzaron en la próxima intersección. A cada arranque, se hizo evidente que no iban a poder zafarse de los muchachos. El grupo del otro auto no era tan joven. En realidad eran hombres que querían pasar el rato con ellas. Marta, la sensata de las tres, coincidió con Lola en que no iban a poder controlar la situación y que había que zafarse de ellos. El jueguito empezaba a coger otro color. |
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Isabel misma empezó a sentir miedo. El hombre al que le había guiñado le gritaba groserías de lo que tenía para ella. Lola sentía hervir la sangre con la aceleración. Se volvió a parear el auto con el de ellas. Al cambio de luz, el otro auto arrancó de forma brutal y, por lo mismo, tomó la delantera. Lola se quedó allí, detenida. Los vio alejarse y dobló a la izquierda en esa intersección. Empezó a coger velocidad en la dirección opuesta a la anterior y le confesó a sus amigas: -Lo que me asustó fue que dijeran, la que lo para, lo baja. No vale la pena arriesgarse por una estupidez, mejor como helado otro día.
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